Desde tiempos antiguos, las mujeres nos hemos juntado a crear texturas y colores, entre sombras y luces, para dar formas vivas a nuestras memorias. Nos acompañamos para descubrir y apreciar la sabiduría que entrañan nuestras subjetividades.
Gestar y parir nuestras historias y guaguas, es un acto de imaginación radical. Al soñar y recordar reclamamos nuestros territorios, los poblamos de sentidos, misterios y posibilidades.
Las narrativas dominantes y nuestras realidades sociales, limitan nuestras posibilidades para el cuidado y la reproducción de la vida. Reconocemos que nuestras experiencias son diversas, y que nuestras alternativas no son las mismas.